Por Rafael Fernández Moya, Especialista en Relaciones Culturales en la
Compañía Turística Habaguanex S.A, adscrita a la Oficina del Historiador de la
Ciudad de La Habana.
La historia de la parte antigua
de La Habana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, está
matizada también por la presencia y las huellas dejadas por hijos del país del
sol naciente, comenzando por un ilustre misionero que visitó la ciudad en el
siglo XVII en tránsito hacia Europa.
Se trata de Hasekura Rokuemon Tsunenaga,
quien partió de Sendai en el año 1613 en calidad de embajador de buena voluntad
(Misión de Keicho) enviado hacia Europa durante la Era de Descubrimiento, por
orden del entonces señor feudal de Sendai, Date Masamune.
Cruzando el Océano Pacífico y el Atlántico, llegó a España y Roma en
donde logró que se le concediera audiencias con el rey Felipe III y el Sumo
Pontífice Paulo V. Tsunenaga regresó a
su tierra natal en 1620 después de un duro viaje de 7 años, tras haber pasado
muchas privaciones en suelos extraños, superando dificultades y cumpliendo con
su misión. Parece que algunos de los
integrantes de su cortejo se quedaron en Coria del Río, región de Sevilla,
España; donde fueron tan bien acogidos que acabaron casados con nativos a los
que les legaron el apellido toponímico “Japón”. Una estatua suya donada por la Universidad de Sendai, fue
emplazada frente a la bahía habanera.
El público habanero ha tenido la oportunidad de presenciar manifestaciones de artes marciales japonesas
desde principios del siglo XX, comenzando por el jujutsu, que significa “ciencia de la suavidad” o “arte suave” y se denomina así a las
técnicas de combate elaboradas en Japón por los Bushi (caballeros) durante el
período Kamakura (1185-1333). Originalmente las técnicas estaban destinadas a
los guerreros desarmados para que pudieran defenderse contra los enemigos que
aún permanecían armados y se diseñaron para inhabilitar, mutilar o matar.
Este arte deriva de las antiguas
técnicas del kumi-uchi o yawara, entre otras denominaciones descritas en el
tratado budista del siglo XIII denominado Konjaku-monogatari, y sus técnicas se
combinaron con movimientos y llaves adoptados de los antiguos métodos chinos de
combate.
Durante el período Edo
(1603-1868), cuando Japón estaba en condiciones de paz, el ju-jutsu se difundió
como un arte marcial y sus técnicas se extendieron por todo el país. Su práctica se reglamentó al comienzo del
período Meiji (1868-1912) en el tiempo en que a los samuráis les estaba
prohibido llevar espada y las contiendas
entre familias nobles estaban también prohibidas. En esa época el ju-jutsu se
convirtió para el samurai en un medio para obtener recursos realizando
cualquier tipo de actividad y exhibiciones públicas.
Jigoro
Kano
En 1882, Jigoro Kano Shihan, con
los conocimientos adquiridos de dos escuelas principales de jujutsu, a los que
agregó sus propios descubrimientos, fundó un nuevo sistema de cultura física y
de entrenamiento mental que llamó
Kodokan Judo. El Judo surgió entonces con una incomparable carga de
moral y ética, basado en principios generales colectivos de bienestar y
prosperidad física y mental, y se arraigó definitivamente en Japón en 1886.
Los primeros indicios de práctica
de jujutsu en Cuba, datan de la primera década del siglo XX, época en que
visitó La Habana en más de una ocasión el experto en judo japonés , el señor
Mitsuyo Maeda , cuarto Dan del Ju Do Kodokan de Japón nacido en 1878 en Hirosaki, prefectura de
Aomori, el cual ganó gran reputación en la Isla.
Mitsuyo
Maeda (Conde Koma)
Sobre este luchador escribió un
libro Norio Kohyama titulado “A Lion’s dream, the story of Mitsuyo Maeda”,
quien viajó a Cuba y Brasil para documentarse con informaciones publicadas en
la prensa y con testimonios de miembros de la colonia japonesa en ambos países.
Según este escritor, Maeda se mudó a
Tokio a la edad de 18 años, entró en el Kodokan en 1897 y rápidamente se colocó
entre los judokas jóvenes más prometedores. En 1904, cumpliendo una invitación
del presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, el Kodokan envió a ese
país a Mitsuyo Maeda, uno de los primeros alumnos del maestro Jigoro Kano, y al
sexto dan Tsunejiro Tomita, uno de sus
instructores, quienes hicieron demostraciones en la Academia Militar de West
Point. Tsunejiro Tomita, se encargaría de las explicaciones teóricas sobre el
arte marcial, mientras que Mitsuyo Maeda haría las demostraciones físicas...
Tsumejiro
Tomita
En la ciudad de Atlanta, Georgia,
en el mes de diciembre de 1905 realizó Maeda sus últimos combates en Estados
Unidos, y desde este país viajó a La Habana acompañado de Akitaro Ono y
Tokugoro Ito. En el período que aquí permaneció, Maeda derrotó a Adobamond,
calificado entonces como el luchador número 1 en Cuba. Después de ésta, su primera visita a Cuba, Maeda viajó a
Europa acompañado de Satake
Nobushiro, llegando el 8 de febrero de 1907 a Liverpool, Inglaterra
El 14 de diciembre de 1908 llegó
a Cuba Maeda procedente de España donde participó en combates como el Conde Koma que desde entonces se
convirtió en su nombre profesional. En
el teatro Payret de la capital, según reportó El Fígaro en su primer número de
enero 1909, Mitsuyo Maeda realizó demostraciones con su ayudante, un mulato
cubano de apellido Miranda que lo acompañaba hacía algún tiempo. El Conde Koma
permaneció en La Habana hasta julio de 1909, de donde se dirigió a México, para
regresar a la capital cubana el año siguiente y luchar contra el
boxeador norteamericano Jack Connell en combate que se efectuó el 23 de agosto
de 1910 y resultó “tabla” Varios años más tarde se encontraba Maeda en El Salvador donde en la
noche del 2 de enero de 1913 participó en las funciones de un circo japonés
junto a un artista marcial llamado Nishimura y un cubano de apellido Pérez que
realizaron un combate ganado por el primero en cinco rounds. En esa ciudad
centroamericana Maeda dio clases a oficiales y clases de fuerzas militares de
la presidencia del país.
Su gira por América llevó a Mitsuyo Maeda hasta
Chile. Realizó demostraciones en Valparaíso, en 1914, y efectuó, además,
algunos combates con atletas de lucha grecorromana, boxeadores, etc. Con él
adquirió algunos conocimientos de jiu jitsu
Amadeo Pelegrini, ex campeón de lucha grecorromana, quien impartió
clases de ese arte en la Policía nacional chilena
Mitsuyo Maeda se asentó en 1915 en Belén,
capital del estado brasileño Pará , donde se dedicó a ayudar incansablemente
a inmigrantes japoneses que desde 1900
se establecieron en el sur, norte y noreste de Brasil. Belén se convirtió en su hogar definitivo y
desde allí viajó a otros países de América cada vez que se le presentó la
oportunidad. En Brasil enseñó a Carlos Gracie, fundador de la Academia
Gracie Jiu Jitsu que abrió sus puertas en 1925 en Río de Janeiro, de la que fue
también profesor un hermano de Carlos llamado Helio, quien fue muy famoso por
sus victorias contra campeones japoneses
El célebre luchador japonés
Mitsuyo Maeda, conocido profesionalmente por el Conde Koma, llegó a La Habana
por cuarta vez en enero de 1912, acompañado de otros tres judokas japoneses
nombrados Ono Akitaro, Satake Nobushiro e Ito Tokugoro y fueron llamados “Los
Cuatro Emperadores”. El promotor del Conde Koma fue Rodríguez Arango, mientras
que Ono Akitaro era asistido por Santos (Pablo) y Artigas (Jesús) quienes
contrataban especialmente el teatro Payret El Conde Koma realizó algunas demostraciones y
combates y ofrecía cierta suma de dinero al contendiente que soportara cinco
minutos de combate, así como una suma muy superior al que lograra vencerlo. El
miércoles 31 de enero Akitaro Ono venció a Desiderio Llanes y el jueves 5 de
febrero venció a Ito en 12 rounds. El viernes 9 de febrero el Conde Koma venció
a Akitaro en 29 rounds.
Se conoce que en el período transcurrido desde 1906 hasta 1912 durante sus estancias en La Habana el Conde Koma dio instrucciones de su arte a varios deportistas jóvenes de la capital. Un joven mexicano llamado Miguel Ángel Febles, nacido en 1896, quien practicó boxeo y Jujitsu, junto a otro pionero de ambas especialidades de cultura física, el chinito-cubano nombrado Chu Aranguren, tuvieron la oportunidad de conocer al Conde Koma y ser sus discípulos. Fueron tantos y tan rápidos los adelantos de Febles, que asombró a su maestro, campeón mundial de jujutsu, quien pronosticó que a pesar de su poco peso (126 libras), el jovencito Mike Febles sería un destacado luchador. Posteriormente, el joven mexicano, junto a su amigo Bernardino San Martín, recibió clases de boxeo en la primera academia de ese deporte que instaló en La Habana el chileno John Budinich. Bernardino San Martín llegó a ser campeón de peso de papel, título que perdió en el patio del American Club, en Prado y Virtudes, con el chinito Víctor Tomás Achan.
El 13 de abril de 1913 se celebró un combate de boxeo en la división de las 112 libras, en un improvisado cuadrilátero montado en una humilde casa con piso de cemento, sita en el callejón del Conde Cañongo, al costado de la iglesia de Monserrate, donde habitaba Mike Febles. Los contendientes eran el chinito Víctor Tomás Achan y Florentino Llanos. Después de la pelea de boxeo, se ofreció una exhibición de jiu jitsu por parte de Mike Febles y Chu Aranguren En el mes de septiembre del mismo año 1913 la revista ilustrada El Fígaro, de La Habana, publicó una fotografía de Adolfo León Osorio, campeón de jiujitsu de 115 libras de peso que se preparaba para enfrentarse a Will Bingham, luchador inglés de peso mediano y experto en jiu jitsu
Mike Febles defendió su título de
peso ligero de jiujitsu frente al norteamericano aplatanado Walter Cousin,
quien lo derrotó en encuentro celebrado el
domingo 10 de enero de 1915 en el Circo Pubillones, que realizaba sus
espectáculos en el Politeama Grande, sala de teatro situada en la parte alta de
la Manzana de Gómez. El 8 de mayo
siguiente se anunció la primera exhibición que realizaría en La Habana el campeón
mundial de jiujitsu, Taro Miyake, quien ofreció mil pesos de premio al luchador
que lo venciera y 250 al que lo resistiera durante veinte minutos. Mike Febles
venció al campeón japonés ante el asombro del público presente en el Teatro
Colón, situado en Zulueta entre Dragones
y Teniente Rey..
El año siguiente, contando apenas 20 años de
edad, Mike Febles regresó a su país donde se desempeñó como triunfante boxeador
y fue preparador de la escuadra mexicana de boxeo que representó al país azteca
en las olimpiadas de 1928 celebradas en Ámsterdam, Holanda. Y, terminó su vida
como instructor de defensa personal de la Policía Mexicana
En la Arena Colón, escenario al
aire libre situado en Zulueta entre Dragones y Teniente Rey, al costado del
Teatro Martí , el 16 de octubre de 1916
se ofreció un programa de jiu jitsu por el campeonato de los pesos completos
entre Benjamín González y Desiderio Llanes, resultando campeón el primero. Esta
Arena, cuya apertura se realizó en marzo de 1915, había sido construida por Mr.
Robinson, para peleas de boxeo.
En el mes de abril de 1918 se
presentó en el teatro Payret, sito en Prado y San José, el campeón Tayemon
Takeuchi. Tres años más tarde, el 26 de septiembre de 1921, llegó a La Habana
el campeón mundial Conde Koma, o Conde Amarillo, quien esa vez vino acompañado del profesor Satake,
ya conocido por el publico cubano, su esposa, su secretario y un cocinero.
Nueve años habían transcurrido desde la última presentación en La Habana del
campeón japonés, quien viajó por países de América Latina donde venció a todo
luchador y aficionado que se pusiera la clásica kimona para enfrentarlo.
Durante ese período pasó 6 años en Brasil (5 en Paraná y 1 en Río de Janeiro).
El día 30 de septiembre debutó el
Conde Koma en el Teatro Payret, o el Rojo Coliseo como lo llamara Enrique
Fontanilles en sus crónicas sociales. En
las demostraciones que se hicieron antes de su aparición en escena, participó
el primer dan de judo Sadao Kubota. El 14 de octubre el Conde Koma derrotó al
Español Incógnito y ante protestas y retos, volvió a derrotarlo el 22 de ese
mes, aunque no en 10 rounds como había apostado
El Conde Koma murió en 1941 en
Brasil a la edad de 63 años, nacionalizado en este país suramericano y sin
haber regresado a Japón desde su salida en 1904. Durante su peregrinación por
Estados Unidos, España, Inglaterra, Cuba, América Central y Brasil, se dedico
a de demostrar la superioridad del judo
sobre la lucha libre y el boxeo que el calificaba de juegos con reglas, así
como a instruir y preparar judokas con el propósito de extender el
conocimiento, la enseñanza y la práctica de ese arte marcial oriental en el
mundo occidental.
El luchador conocido por el
Español Incógnito que combatió con el Conde Koma, se llamaba Pablo Álvarez y en
1924, residiendo en la calle O´Reilly número 57, (actualmente 453 entre Aguacate y Villegas), anunciaba
en la prensa local su capacidad para formar expertos luchadores mediante un
curso por correspondencia que contemplaba preparación en lucha científica,
defensa propia, jiu-jitsu y cultura física. Este luchador, que se proclamaba
campeón invicto y profesor de muchos alumnos, también ofrecía su servicio de
preparación física contra la obesidad.
En la calle Zanja esquina a
Campanario estaba situada la sociedad china de cultura física Hai Yut Wui,
donde, a partir de1932 el maestro Wong Kei comenzó a instruir en
artes marciales chinas (wushu o kung fu) a Rufino Alay Chang, quien a
principios de 1960 inició en esta disciplina a los cubanos que más tarde
fundaron la Escuela Cubana de Karate do
En esa época residía en el país
una colonia japonesa cuya existencia llevó a la constitución en 1927 de la
Sociedad Japonesa de Cuba, con domicilio en Maloja 29 entre Angeles y Rayo,
presidida por su principal gestor el señor Hidiji Kato, quien bien podía ser
Hideichi Kato, residente en 1941 en Diez de Octubre número 287. En el mes de
enero del mismo año se constituyó la Sociedad Japonesa de instrucción y recreo
Showa Kai, con domicilio en O’Reilly 80 (actual 468) esquina a Villegas, cuya
directiva estaba compuesta por los señores Keitaro Ohira, presidente, Kitaro Ichikawa, vicepresidente, y
Tadao Ohira, tesorero
El núcleo primitivo de esta colonia debió
surgir a la llegada de Y. Osuna a La Habana el 9 de septiembre de 1898 a bordo del vapor Orizaba, con planes de
establecerse en la Isla, quien fue seguido por otros de su nacionalidad tales
como Tomehachi Kobayashi y J. Ohira .En
el censo de población realizado el año siguiente por el gobierno interventor
norteamericano, aparecen registrados ocho ciudadanos japoneses, de los cuales
siete varones y una hembra. Dos de ellos
(un hombre y una mujer), residían en la ciudad de La Habana y 3 en la de
Matanzas, mientras que los tres restantes radicaban separadamente en las
provincias de Santa Clara, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba.
Existe la posibilidad de que
inmigrantes japoneses hubieran llegado a Cuba amparados de documentación falsa
emitida en China o en Cuba. EL 27 de abril de 1924 la revista Policía Cubana y
principales diarios de la capital divulgaban la noticia de que 14 comerciantes
chinos de La Habana se dedicaban al tráfico ilegal de sus conciudadanos. En un
parte del Jefe de la Policía Judicial se expuso que por los puertos de la Isla,
particularmente el de La Habana, entraba gran cantidad de inmigrantes
asiáticos, en número que sobrepasaba los 15 mil, mediante acuerdo entre los
agentes consulares de la República de Cuba y determinados especuladores chinos,
utilizando declaraciones juradas falsas en que se consignaba con status de
estudiantes y comerciantes a los numerosos asiáticos que entraban al país
Circunstancias políticas y
militares pudieron allanar el camino de ciudadanos japoneses necesitados de
viajar de manera encubierta. Era común que se produjeran cambios de nombres por
razones personales y políticas, cosa que hicieron muchas familias Muchos se vieron forzados a viajar al
extranjero tratando de evadir la persecución de la Kempen tai (Policía secreta
imperial), por el simple hecho de que pertenecieran o fueran miembros de las sectas
religiosas Omoto e Ichirei.
El Tratado de Shimonoshi de 1895
que puso fin a la guerra chino-japonesa de Corea bien pudo facilitar esa
actitud, pues en virtud del mismo China debía ceder las islas Taiwán y Pescadores
a Japón, que ejerció en esos territorios una rigurosa ocupación que incluía la
japonización a nivel cultural. Al principio de la II Guerra Mundial (1939-1945)
los japoneses convirtieron a Taiwán en parte de su imperio.
Cuba mantenía relaciones
diplomáticas con Japón, las que habían
comenzado con el nombramiento oficial de 17 de julio de 1918, de una Legación
cubana en la nación oriental y el 23 de ese mes fue nombrado ministro de Cuba
en Japón Guillermo Blanck y Menocal. A principios de 1919 estaba establecida en
la capital la firma Cuba & Nippon Trading Co. Ltd., con domicilio en
O’Reilly número 72 (actual 458), entre Aguacate y Villegas, que bajo el título
de “arte japonés“ comercializaba porcelana fina, tapices de seda bordados con
oro y plata, sandalias y pantuflas, esteras, etc. El siguiente año, el 6 de
agosto de 1920, visitó La Habana el crucero japonés Kasuga
El historiador y periodista
Herminio Portell Vilá reveló en un
artículo publicado en diciembre de 1941, que Japón fue una de las últimas
naciones en reconocer la independencia de Cuba, y no fue hasta que Gerardo
Machado inició sus pininos nacionalistas y anti norteamericanos que los
gobernantes japoneses se decidieron a tener relaciones diplomáticas normales
con nuestro país, y llegaron a negociar un tratado de comercio y migración
totalmente ventajoso para su nación. A fines de enero de 1932 el excelentísimo
señor Katsuji Debuchi, embajador del
Japón en Washington se acreditó como ministro de su nación en La Habana, y fue sucedido
en el puesto por Tomoo Watanabe, quien a su vez fue sustituido por Takahara Ito,
cuyo arribo a La Habana se produjo en abril de 1935.
Es muy significativo que en el
mes de noviembre de 1932 visitó La Habana acompañado de su esposa el pintor
japonés Tsuguharu Fujita, uno de los artistas más famosos del mundo radicado en
París. La capital cubana fue una de las escalas de su gira por América que
comprendió también a Bolivia, Perú, Argentina y Brasil, donde había importantes
asentamientos de inmigrantes japoneses. El pintor Fujita se hospedó en el hotel
Plaza, exhibió obras suyas en una
improvisada exposición organizada en el Lyceum, visitó la fábrica de tabacos
Por Larrañaga y compartió con artistas e intelectuales cubanos. Armando
Maribona lo entrevistó y le hizo una caricatura, que le obsequió amistosamente.
Fujita posó para la revista Bohemia y le
dedicó la foto
Tsuguharu
Fujita
En diciembre de 1941 el gobierno
de Cuba declaró la guerra a Japón como nación integrante del eje fascista que
formaban también Alemania e Italia, e inmediatamente se ordenó la detención y
reclusión penitenciaria de los súbditos de esas naciones. Con motivo de esa
declaración de hostilidades el ex teniente Rafael Reyna publicó un artículo en
el que manifiesta que por más de veinte años pescadores japoneses se mantenían
pescando en las costas de Cuba y viviendo sobre las mismas, primeramente en
Batabanó, y después en Cienfuegos, mientras que algunos agricultores se
establecieron en Isla de Pinos. Señaló Rafael Reyna que había podido observar
que existía una jefatura de carácter
militar en cada grupo componente de la colonia japonesa, los cuales se
mantuvieron siempre en contacto a pesar de que algunos no estaban situados en
lugares con buenas vías de comunicación. En ese momento los inmigrantes
japoneses estaban distribuidos en las 6 provincias entonces existentes y en
Isla de Pinos, vinculada una buena parte de ellos a labores agrícolas en fincas
de cultivos varios e ingenios azucareros.
En la capital de la Isla habían
puntos de la ciudad donde residían desde la década de 1930 ciudadanos japoneses
que gozaban de cierta reputación en el seno de la colonia, tales como Maloja
29, posteriormente 57, Centro Habana, donde se constituyó en 1927 la Sociedad
Japonesa de Cuba, la casa de Obispo 80, actualmente 466, esquina a Villegas,
donde en 1932 radicaba la tienda de efectos japoneses propiedad de Keitaro
Ohira y ocho años
después la tienda de quincallería El Sol Naciente, de J. Ohira y Cía, O’Reilly
102, actual 522, en cuya planta baja izquierda había un establecimiento
dedicado al giro de sedería y quincallería titulado La Flor de Tokio, a cargo
de Juan Koitsu Hayashi , mientras que el de la derecha estaba ocupado por Riichi
Sakakibara, la casa de Villegas 115,
domicilio de Tadao Ohira, comerciante comisionista, el domicilio de Hideichi o
Hidiji Kato, sito en Diez de Octubre 287, Jesús del Monte.
Después de la segunda guerra
mundial, en 1947, se estableció en la planta alta de una casa de la calle San
Miguel, Centro Habana, una academia de jiu jitsu, cuyo profesor y propietario
fue el japonés Shigetoshi Morita, nacido en Japón en 1904, quien había llegado
a la Isla el 17 de diciembre de 1925 y 16 años más tarde residía en Calzada
251, Vedado. Posteriormente, trasladó su academia a la Avenida 51 entre 118 y
120, Marianao, donde funcionó hasta principios de la década de 1960-70.
Falleció en Cuba el 15 de agosto de 1982
Antes de 1950 el señor Julio
García enseñaba el jiujutsu al doctor Rafael Rodríguez en un local de su
residencia, sita en la calle San Lázaro 910 (Gimnasio Lucas Liederman), frente
a la Universidad. También enseñaba este arte en Miramar, un joven maestro
descendiente de chino nombrado Franciscco Moc Sit (Moc Kan Sent), de lo cual
tuvo conocimiento el público de la capital, que pudo leer dos artículos de su
autoría publicados en la revista
Bohemia, en mayo de 1950 y abril de
1951. El profesor Moc Kan Sent, quien también fue instructor del Servicio de
Inteligencia Militar del Ejército, tenía un numeroso grupo de alumnos integrado,
entre otros, por Jorge Álvarez, Eugenio Amart, Antonio Moreno, doctor Jaime
Cervera, Pedro González, Julio Cervera, Bernardo Wolf, Ignacio Almagro, José
Raúl Corujo, Rafael Almagro y William Oberjeiser. . Posteriormente, además del
Club Miramar, Moc Sit dirigió la Sección Judo Juventud China
La introducción del judo clásico
en Cuba se debe a Andrés Kolychkine Thompson, maestro y octavo dan, nacido en
Finlandia y radicado en Bélgica, quien llegó a la Isla en enero de 1951. En
febrero del mismo año se inauguró el primer dojo o sala de judo, nombrada
Jujutsu Club Habana y situada en la calle 23 número 1416 casi esquina A 24,
Vedado. En el mes de agosto siguiente sumaban cuatro los clubs existentes (tres
en la capital y uno en Manzanillo) denominados Jiujitsu Club Habana, Jiujitsu
Club Capitolio, Jiujitsu Club Miramar y Jiujitsu Club Manzanillo. Con ellos se
procedió a la constitución de la Federación Cubana de Judo que comenzó a
funcionar legalmente a partir del 23 de febrero de 1952, con domicilio social
en la calle 18 número 214 esquina a 117, en el Vedado. También en 1952 se
celebró el Primer Campeonato Nacional de Judo
Andrés
Kolychkine Thompson
El Jiujitsu Club Capitolio había
sido fundado el 7 de julio de 1951, ubicado en el Arco del Hotel Pasaje número
6, entre Prado y Zulueta (actual Sala Kid Chocolate). El instructor de ese club
fue el señor Julio García García, que a su vez lo era de la Policía Secreta y
asesor de la Dirección General de Deportes. En la apertura del club se hicieron
demostraciones por el propio Julio García y el profesor Andrés Kolychkine
Thompson
Desde su constitución la
Federación Cubana de Jiujitsu (FCJJ) puso en práctica un plan de divulgación
para la promoción de ese arte marcial. El 15 de noviembre de 1951 se realizaron
exhibiciones y demostraciones de judo en el Casino Español de La Habana,
situado en Prado y Ánimas, con la participación de Andrés Kolychkine, Julio
García y Francisco Moc Sit. Tres días más tarde, en el teatro Águila de Oro,
propiedad de Federico Chikacio y situado en Rayo y Zanja, en el barrio chino,
se realizaron demostraciones de judo auspiciadas por la colonia china, en las
que tomaron parte, entre otros, Andrés Kolychkine Thompson, Julio García García,
Francisco Moc Sit, Miguel Chang Chiang, Rigoberto Cheo, Gerardo Chiu, Luís
Guardia Guerra, Luís Rodríguez, Fernando Yi Lastre, Armando Valdés. Por la FCJJ
se encontraba su presidente, el doctor Rafael Domínguez. El 22 de marzo de
1952, en el local que ocupaba la Academia de la Policía Nacional, en los altos
de la octava demarcación, se realizó exhibición de judo y una demostración de
defensa personal, así como combates en los cuales participaron alumnos del Club
Sevilla Biltmore, entre otros.
El 3 de agosto de 1952 comenzó
sus actividades la Sección de Judo Bancario, solamente con dos alumnos:
Bernardo Wolf, del Banco del Caribe y Donato Corujo, del National City Bank,
bajo la dirección de José Raúl Corujo. Poco tiempo después, aumentó sus alumnos
a once y llegó hasta cuatro el número de bancos activos al incorporarse el
Royal Bank y el Trust Company, ubicados en el llamado distrito bancario de la
Habana Vieja. En sus inicios esta Sección realizó sus prácticas en el local de
la del Judo Club Telefónico, situada en Trocadero número 105, segundo piso,
entre Consulado y Prado, dirigida por el profesor Gerardo Chiu
El doctor Cándido Mora, judoka,
organizó las competencias por la Copa del Capitolio Nacional que se celebraron
el 7 de octubre de 1952 en los salones del edificio que ocuparon los cuerpos
legislativos de la nación, el Senado y la Cámara de Representantes. Allí se
había constituido la Sección Judo del Congreso, cuya admisión en la FCJJ se
produjo el 29 de octubre de ese año, siendo nombrado profesor de la misma Heriberto García
González en lugar de Francisco Moc Sit . En el mismo mes y año se celebraron en La Habana las primeras Competencias Pan
Americanas de Judo, que tuvieron lugar en el Palacio de los Deportes y las
Convenciones, situado en Paseo y Malecón, así como el primer Congreso de Judo
de América, que realizó su primera
reunión en el Capitolio Nacional
En diciembre de 1952 visitó La
Habana una delegación del Kodokan compuesta por el doctor Tagaki, octavo dan y
entrenador del equipo nacional japonés, Yoshimatsu, séptimo dan y campeón de
Japón 1952-53 y Osawa, quinto dan, considerado el mejor técnico de Japón. Ellos
participaron en un festival organizado por la Federación de Judo y Jiu Jitsu,
celebrado en el Centro Asturiano de La Habana, el 29 de diciembre de dicho año.
La presentación del programa estuvo a cargo del doctor Carlos de Lejarza, el
nage-no-kata por los señores Takagaki y Yoshimatzu. También se ejecutaron el
kochi-ki-no-kata y una demostración del kusu-no-kata. Asimismo, se efectuaron
competencias interclubs.
En 1953 se realizó la graduación
de los cinco primeros cintas negras
cubanos, nombrados Heriberto García Gómez, Francisco Moc Sit (Moc Kan Sent),
Julio García, Luís Guardia Guerra y Gerardo Chiu Asión. Este último fue
profesor del Centro Judo Club situado en la calle Lealtad entre san Lázaro y
Lagunas, Centro Habana. Dos años
más tarde, entre los miembros del Colegio Nacional de Cintas Negras (la
Judansha-Kai de Cuba) figuraban los
primeros Danes Riichi y Kikuo Sakakibara, dos japoneses hermanos que ya
residían en el país en la década de 1930
También era miembro de la Yudansha-Kai
el señor Juan Roelandts Verdy, primer dan, quien fue elegido para el cargo de
Vicepresidente de la junta directiva de la FCJJ, así como miembro de su
comisión de grado para el período 1955-56, en sustitución del Presidente, que
no había alcanzado todavía el cinturón negro. Era él delegado de la Sección
Franco-Belga en dicha Federación, que contaba con un grupo numeroso de mujeres
que practicaban ese deporte, Su padre, Emilio Roelandts, era cónsul de Bélgica
honorario y él mismo había desempeñado los cargos de secretario y canciller del Consulado, que tenía domicilio
en la calle O’Reilly 202 esquina a San Ignacio. En la década de 1960 Juan
Roelandts era gerente de la sociedad Roelandts e Hijos y director de la
Sociedad Francesa de Beneficencia.
Antes de 1959 varios maestros impartieron
clases de karate en Cuba, destacando entre ellos el cuarto dan de Wado Ryu que
apodaban el Indonesio, quien abandonó el país alrededor de 1962. En junio de
1964 llegaron a Cuba varios ciudadanos japoneses para transmitir la técnica de
la pesca del atún en nuestro país, contándose entre ellos Masaaki Kohagura,
miembro del Partido Comunista de Japón y especialista en telecomunicaciones,
quien ha sido reconocido como el introductor en la Isla de la práctica del
karate-do estilo Shorin ryu, surgido en Okinawa. Sus primeros discípulos fueron
los siete samuráis cubanos: Heriberto Rodríguez Oquendo (Agustín Rizo), Domingo
Rodríguez Oquendo (Raúl Rizo), Carlos Rivero, Nelson Cruz, Fulgencio Vega
Calero (Vargas), Joseito Rodríguez García y Orlando González Reyes (Indio). Dos
años más tarde, en el mes de junio de 1966, se inauguró la primera sala de
karate-do en los altos del antiguo restaurante Caracas, situado en Prado
esquina a Neptuno.
Masaaki
Kohagura
El maestro Kohagura, quien reconoció a Raúl
Rizo como el máximo dirigente del karate-do cubano, permaneció en La Habana
hasta el año 1969, residiendo en la casa de su compatriota Akino Yamane, quien
era instructor técnico en tornería del taller de la Flota Cubana de Pesca, y
residía con su esposa Yasuko en la Habana del Este. Cuando terminó su misión en
Cuba, fue reemplazado por Seiki Kobayashi, quien trabajó también en la
preparación de los karatekas cubanos.
En 1969 visitó Cuba el maestro de Jyoshin-Mon
nombrado Hoshu Ikeda, quinto dan, quien permaneció en el país durante mes y
medio con el objetivo de impartir un curso especial. Sus alumnos obtuvieron el
grado de cinta negra, dejando las bases sentadas para que posteriormente se
fundara la Escuela Nacional de Karate-Do de Cuba (ENKC) miembro de la Sociedad
Deportiva Dínamo Capitán San Luís, cuyo principal instructor desde su fundación
fue el segundo dan Raúl Rizo.
Hoshu
Ikeda
El maestro Ikeda regresó a Cuba dos años
después acompañado de su ayudante Akiro Ito y en esta ocasión otorgó los grados
de segundo dan a varios karatekas cubanos, entre ellos Raúl Rizo que en 1972
viajó a Japón para adquirir mayores
conocimientos en la escuela de
dicho maestro, radicada en Tokio, donde, en el curso de un año alcanzó el grado
de cuarto dan del estilo Jyoshin-Mon. El maestro Rizo regresó a Cuba en 1976
con el grado de quinto dan y la categoría docente de maestro, posteriormente
recibe el sexto dan.
La combinación de artes marciales con otras
dirigidas al desarrollo intelectual y espiritual, así como de habilidades
físicas, constituye la esencia de un
proyecto comunitario puesto en práctica por el promotor César Towie en el Museo
municipal de Centro Habana, titulado Bun Bu Ryo Do, concepto japonés que
significa el camino de la doble vía, la del mejoramiento marcial, artístico y
cultural. Dicho proyecto se ha dedicado a crear un espacio apropiado para las
artes tradicionales japonesas, como el Origami (arte manual de elaborar figuras
con papel), el Shiasu (masaje japonés), y el Haiku (estilo de poesía
tradicional japonesa que pretende describir el entorno de manera sencilla y
directa)
Otra manifestación artística desarrollada en
Japón, la técnica Raku, tiene una destacada cultora en Cuba, la ceramista
Amelia Carballo, que desarrolla su arte en el taller de cerámica Terracota 4
que radica en la calle Mercaderes de La Habana Vieja. Esta técnica, que primero
cultivaron los coreanos, pasó después a Japón, donde las vasijas que se
utilizan para la ceremonia del té deben ser distintas. La misma se caracteriza
por que ninguna pieza queda igual a otra, aunque tengan la misma forma. Dicho taller promovió y organizó el
primer simposio internacional de cerámica de pequeño formato, Raku 97, que tuvo
lugar desde el 26 de abril hasta el 12 de mayo de 1997 como parte de la Sexta
Bienal de La Habana
Amelia
Carballo
Entre los inmigrantes japoneses que llegaron a
Cuba en las tercera, cuarta y quinta
décadas del siglo XX se contaban
algunos que enseñaron distintas formas de jujutsu de manera estrictamente
secreta, a parientes o amigos cercanos.
Entre ellos puede citarse a Tomeo Fujita, descendiente de la familia del clan
Aizu y conocedor de los secretos de la medicina tradicional quien, según
manifestara Ichikawa Yoshinori Sensei, quien fungió como Soke Dai del estilo
Daito Ryu Aiki Bujutsu hasta el año 2009, apareció en Cuba en 1949 después de haber
matado a un Kempentai (guardia imperial), cuando todos sus amigos y compañeros pensaban
que había sido asesinado.
Dicho Budoka, que por motivos de seguridad mantuvo en secreto su verdadera identidad, y
se encubrió bajo el nombre de Tomeo Fujita, parece que ocho años antes ya residía
en Cuba, donde estaban registrados dos ciudadanos japoneses de apellido Fujita,
uno de ellos nombrado Takami y residente en la colonia Horquita, en Cienfuegos,
mientras que el otro se nombraba Diosque y tenía domicilio en el central
Baraguá, Ciego de Ávila. El más probable ha resultado ser un inmigrante japonés
registrado en La Habana en 1941 con el nombre Tsunejo Furuta y domicilio en la
calle Obispo esquina a Villegas, en los altos de la tienda “El Sol Naciente”,
propiedad de la sociedad japonesa J. Ohira y Cía, donde habitaban varios
ciudadanos de esa nacionalidad. Posteriormente, bien pudo convertirse él en un modesto
ciudadano chino que según el registro del Casino Chung Wah, llegó a Cuba en el
mismo año 1949 con el nombre de Coc Yen, el que alrededor de 1960 cambió por el
de Hung Sui Chi y se dedicó al trabajo en una fonda de su propiedad en el barrio chino, situada en Rayo 109, entre Zanja
y Dragones donde destacó por la práctica de la medicina tradicional, actividad ésta
en la que también destacó en su país natal el maestro Fujita, por su gran conocimiento
y vasta experiencia, según se ha podido conocer. La fonda se anunció públicamente como propiedad
de Alfonso (o Alonso) Yon y Cía desde 1948 hasta 1967.
El 13 de marzo de 1968 el comandante Fidel Castro
anunció en un acto público su decisión de eliminar toda manifestación de
comercio privado, y al día siguiente comenzó un proceso durante el cual se
expropiaron 2878 establecimientos en Centro Habana, área donde radicaba el
mayor número de propietarios chinos. Poco tiempo después, el propietario de la
fonda de Rayo 109, también afectado por la medida estatal, partió de Cuba hacia
Macao, antiguo enclave portugués en territorio de China. Y coincidentemente,
Tomeo Fujita, quien también debió sufrir los efectos de la expropiación
gubernamental, abandonó la Isla en la misma época
Entre los estilos que se enseñaban en aquella
época estaba incluido el hoy conocido por Daito Ryu, que Tomeo Fujita enseñó
como si se tratara de judo a sus escasos y rigurosamente elegidos alumnos
chinos y cubanos, entre los cuales se contaban Bienvenido Del Cueto y su
sobrino menor de edad Guillermo Murphy Del Cueto. Varios años después,
funcionarios japoneses tales como el doctor Hideo Hanmura y el señor Taro
Nishiyama, miembros de la Dai Nipón Daito Ryu Aiki Bujutsu Rengo Kai,
instruyeron a otra generación de alumnos, entre los cuales se contaba un número
pequeño de cubanos. Cuando el doctor Hanmura llegó a Cuba, al final de la década
de los 60s o principio de los años 70s, ya Fujita había salido del país, pero
encontró al hijo mayor de éste que continuaba residiendo en La Habana y le
ayudó a establecer contacto con los que habían sido alumnos de su padre
Guillermo Murphy Del Cueto
Entre los alumnos de Hanmura Sensei destacó Guillermo
Murphy Del Cueto, quien guió sus primeros pasos en dicho arte bajo la dirección
de este maestro quien hacia 1973 le nombró instructor asistente a pesar de que
era un adolescente. El joven instructor Guillermo Murphy Del Cueto, hoy Menkyo
Kaiden-Hanshi de la Dai Nipón Daito Ryu Aiki Bujutsu-Saigo Ha Rengo Kai, un
altísimo nivel; es el primer cubano y ciudadano extranjero que ocupa este rango
dentro de esta organización japonesa, el cual es inspirador de la rama cubana
de la Daito Ryu Aiki Bujutsu Saigo Ha Ko Ryu Rengokai, cuya genealogía comienza
con el Emperador Seiwa (850-880), como descendiente a Ichikawa Yoshinori (Soke
Dai retirado) y al doctor Hanmura Hideo (Soke Dai). Primeramente el maestro
Murphy enseñó el arte del Daito Ryu Aiki Bujutsu a Máximo Roy Fernández
Rodríguez y posteriormente a alumnos en
Canadá donde reside desde 1983.
Máximo
Roy Fernández Rodríguez
Siguiendo el camino trazado por
su maestro Murphy Del Cueto Hanshi, el 13 de diciembre de 1993, Máximo Roy
Fernández Rodríguez comenzó a impartir los primeros aspectos técnicos básicos
en el nivel conocido como Oku Iri (entrada a los secretos del estilo). Su dojo,
situado en la antigua Antillana de Acero, Municipio Cotorro, se titulaba
entonces “Fujiyama Dojo Bunko”, para rememorar y enaltecer el nombre del dojo
homónimo de Murphy del Cueto Sensei, y para expresar que el mismo era una rama
del de su maestro. Luego surgieron otros
nombres, primero el de ”Bushido Dojo” (El Camino del guerrero), y ”Bushi
No Shin-Zo Jutsu Dojo” (El Arte del corazón del guerrero), posteriormente, para
culminar denominándose “Bushin Dojo” (El lugar del camino de la espiritualidad
del guerrero)
El 10 de septiembre de 1995 se
confirmó oficialmente la designación de Máximo Roy Fernández Rodríguez como
instructor oficial del Daito Ryu Aiki Jujutsu (Saigo Ha Ku Ryu) en el nivel
Shoden Mokuroku, condición sugerida por el Sensei Murphy Del Cueto Hanshi, y
también se le autorizó como iniciador y representante regional del grupo cubano, por
la Rengokai para la República de Cuba, por solicitud de Hideo Hanmura Shihan
(Fukushido Hombu-Cho So Hombu Dojo)
En reunión celebrada el 7 de
febrero de 1996 en la Ciudad Deportiva de La Habana, con la participación de
directivos y miembros de la Federación Cubana de Karate Do y Artes Marciales
Afines (F.C.K.A.M.A.), presidida por Ramiro Chirino Suárez se reconoció la
práctica oficial del arte del Daito Ryu Aiki Bujutsu en Cuba, y Máximo Roy
Fernández Rodríguez fue elegido como presidente (Rijicho) de la sección de
Daito Ryu Aiki Jujutsu- Saigo Ha Ku Ryu, afiliada entonces a la Asociación
Cubana de Aikido.
El maestro Máximo Roy Fernández
ha incursionado por varias modalidades de las artes marciales japonesas en las
que ha alcanzado altos grados tales como:
-Quinto Dan (Go mokuroku) con la
categoría de Renshi (“Noble Guerrero”) de Daito Ryu - Aiki Bujutsu Saigo Ha Ko
Ryu-Rengo Kai
-Cinturón negro cuarto Dan de
Jyoshin Mon Shorin Ryu Karate-Do
-Cinturón negro cuarto Dan de
Shito Ryu Karate-Do (Shito Kai)
-Cinturón negro sexto Dan (grado
federado) con la categoríaa de
Renshi (Karate-Do)
-Cinturón negro primer Dan (Yudansha) de Judo
tradicional (Kosen-Judo)
Del 3 al 13 de noviembre de 2009, la Casa de
Asia del centro histórico de La Habana, situada en la calle Mercaderes entre
Obispo y Obra Pía, desarrolló una
jornada con motivo del aniversario 80 del
restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Japón y el Día de
la Cultura Japonesa, que comprendió conferencias sobre el arte y la cultura de
la nación nipona, exposiciones de artes plásticas y fotografía, `presentaciones
y ventas de libros, demostraciones de artesanías y artes marciales y la
tradicional ceremonia del té, entre otras propuestas.
El día 4 de dicho mes fue reservado a las
artes marciales comenzando el programa con una conferencia a
cargo de Máximo Roy Fernández Sensei,
consistente en una reseña histórica del Daito Ryu Aiki Jujutsu en Cuba, durante
la cual se exhibieron muestras de armas y objetos del arte marcial originales,
así como reproducciones en madera y metálicas fabricadas por dos destacados artesanos cubanos. Uno de ellos es
el tallador en madera Cipriano Luís Álvarez Martínez, natural de la Ciénaga de
Zapata, quien ha sido premiado en múltiples ocasiones por la calidad de sus
obras, y colabora con la Asociación que preside Máximo Roy fabricando bokken y
otras piezas necesarias para la práctica de este arte marcial. El otro, es el
joven camagüeyano Yilver Reyes López-Chávez, artesano del metal especializado
en la fabricación de sables, espadas, dagas y bastones con estiletes, quien es
además un activo practicante de artes marciales, lo que le permite desarrollar
su labor artística buscando cada vez la mayor perfección y aproximación a la
originalidad
A continuación de la conferencia se exhibió el
documental sobre la Academia “Bushi- Dojo”, que dirige el maestro Máximo Roy
Fernández Rodríguez-Renshi, LA VIDA ES
EL DOJO de los realizadores José Modesto Garlobo y Dexter Reyes, dicha
academia está ubicada en San Francisco de Paula, a 15 kilómetros de la capital,.
Posteriormente, en la calle de madera frente al Museo de la Ciudad, en el
corazón del Centro Histórico, se realizó una demostración de las diversas técnicas
de combate entre las que se apreciaron ejecuciones de Iai Jutsu Komei Yuko
ejecutadas por los invitados Cesar Towie Sensei y dos de sus discípulos, además
por primera vez se pudieron apreciar públicamente en nuestro país ejecuciones
del Koyama Tenmon Ryu Jujutsu, a cargo de Enrique Pérez Águila Sempai y Orlando
Bosquet, y seguidamente se mostraron ejecuciones del antiguo arte del Daito Ryu
Aiki Bujutsu, con armas y manos libres, a
cargo del maestro Máximo Roy Fernández y sus discípulos, entre los cuales figuraban niños, jóvenes, y
adultos, con categoría de instructores de ambos sexos.
Rafael Fernández Moya
La Habana, Diciembre de 2009.